Aquel que lea los informes de CORSA todos los lunes podrá darse cuenta que de un tiempo a esta parte hemos gastado estas líneas elogiando y resaltando las actuaciones de Matías Rossi, ya sea en el TC, en el TN o en el Súper TC 2000. El año pasado se agregaba el TRV6, categoría de la que también fue gran protagonista… Matías no nos deja otra opción. Es que estamos en presencia del mejor piloto del país, aquel que el propio Juan María Traverso vio en la Fórmula Súper Renault hace casi 10 años y avisó que había que fijarse en él.
Matías parece ganar fácil; ni siquiera "Pechito" López, otro referente de estos días, puede correrlo. Es cierto que las carreras son de autos, pero su manejo arriba del coche, y debajo de él lo vuelven imbatible. Está más que claro que cuando tiene el vehículo ideal para batirlos a todos y pasarlos por arriba sin sonrojarse, lo va a hacer. Como ocurrió en Toay, La Pampa, donde el Súper TC 2000 disputó la cuarta fecha del campeonato.
Rossi se subió al Toyota Corolla oficial y desde el primer entrenamiento estuvo arriba. Y arriba es primero, no segundo, tercero o cuarto. Estuvo siempre primero. Hizo la pole (la segunda del año y la tercera desde que existe el Súper TC 2000) y volvió a ganar en el Súper 8, segmento del que realmente es líder.
Desde que se creó se realizaron 12 y Matías venció en seis, incluyendo las tres que hubo este año. Con la ventaja de largar desde la posición de privilegio, el campeón del TC 2000 en 2006, 2007 y 2011 se escapó de Facundo Ardusso (Fiat Linea) en la largada para hacer una carrera aburridísima y así triunfar de punta a punta y llevarse la tercera victoria consecutiva en la categoría. Ahora lidera con 103 puntos, seguido por Ardusso, pero a 35, más de lo que entrega una fecha, que son 33…
Buen momento
En un circuito muy veloz, el Toyota sacó su potencial y ni siquiera los Fiat de Javier Ciabattari (jefe técnico del Equipo Petronas) con "Pechito" y Ardusso al volante pudieron correrlo. Solo lo hubiera alcanzando uno de sus compañeros, Mariano Werner y Bernardo Llaver, que demostraron el potencial de los vehículos del TTA y terminaron tercero y cuarto, respectivamente. "Desde que salgo de mi casa pienso en venir a ganar. Pero no se logra hasta que se baja la bandera de cuadros. La verdad es que fue una gran victoria y un gran fin de semana de todo el equipo porque se logró un '1-3-4'. Estamos en un buen momento, pero todavía falta mucho", declaró Matías muy sereno, casi igual de tranquilo que en toda la carrera.
Fue tanta la contundencia que hasta su festejo fue apagado, con una leve palmadita en el techo de su fiel Corolla. Eso quizá sea lo peor de Rossi en el STC 2000. "El Misil" aburre con sus triunfos tan categóricos. Aunque poco le debe importar, a diferencia de los dirigentes de la categoría. Él solo quiere ser campeón. Algo que sabe qué significa y cómo lograrlo. Y la razón es sencilla: puede y quiere hacerlo porque es el mejor.